TEA, TDA, TDAH, TGD y tantos otros trastornos, síndromes o enfermedades que dejan a los padres en una situación de desamparo y angustia. Quieren medicar a nuestros hijos desde pequeños con unos fármacos horribles que tienen unos efectos secundarios en muchos casos catastróficos y no sabemos si debemos hacerlo o no. Martí, dentro de su Sindrome de Dravet, tiene Trastorno Generalizado del Desarrollo con espectro autista. Hace un año le querían medicar con Risperdal (ver info). Sabiendo un poco el tipo de fármaco que es, me negué a administrárselo. Recurrimos a una terapia conductual llamada ABA, que es la que sigue haciendo a día de hoy y, de momento no ha hecho falta "drogarlo" para que, tanto su comportamiento, como su atención, mejoren aunque sólo sea un poco. Ya veremos qué pasa en un futuro porque, por desgracia, muchas veces no hay más remedio que recurrir a estos medicamentos.
La primera vez que vi que Martí ponía en fila sus juguetes sin ningún otro fin que mirarlos o que el cerrar todas las puertas y cajones u ordenar las cosas, se convertía en casi una obsesión, o no me miraba a los ojos cuando le hablaba, o no paraba se repetir mil veces la misma frase, o le costaba relacionarse con otros niños..., se me vino el mundo encima. Poco a poco le hemos ido quitando importancia y nos centramos en trabajar estas cosas con él. Evidentemente hay algunas que no vamos a poder evitar, pero hay otras muchas que sí y por estas cosas, aunque sean lentas, vale la pena luchar.
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